Pues sí. He llegado a esa edad en la que las alegrías son más comedidas.
En mi caso, las tristezas nunca llegarán a ser comedidas por mi extrema sensibilidad. O sí. Dicen que también se sufre de otra manera cuando ya se llevan unas cuantas encima. Podría ser... No digo que no.
Sobre eso, os iré contando...
Sigo aprendiendo. Como seguimos aprendiendo todos, en estos caminos tortuosos de la existencia sin sentido.
Y continúo sin comprender la muerte. Continúo no tomándola como algo natural y sereno.
No puedo. No pertenezco a esa clase de personas que aguantan el tipo. Me derrumbo sin más.
5 de noviembre de 2016
3 comentarios:
He tenido que habilitar de nuevo la moderación de comentarios. En este blog se admiten todo tipo de opiniones pero con argumentos y con respeto hacia las demás. El insulto y las malas formas no caben en este lugar. Si entras aquí con esas intenciones, no serás bienvenido.
Los anónimos han venido en forma de spam solamente, durante estos últimos meses. Me veo obligada, por lo tanto, a bloquearlos.
Siento que tenga que ser así.
Gracias.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No te derrumbes Campurriana. Mañana volverá a salir el sol.
ResponderEliminarLa muerte es la única amiga fiel que tenemos desde nuestra entrada a la vida y de la mano nos lleva a su hogar, dulce y pacifico hogar.
ResponderEliminarNo me gusta aparecer aquí para quejarme. Los dolores de la vida son compartidos por todos. Porque todos estamos en el mismo camino, si nos fijamos en lo relevante.
ResponderEliminarBueno, es cierto que hay caminos y caminos... Pero todos comprendéis a qué me estoy refiriendo ahora.
Ayer fue un día triste para mí. Hoy regresa el sol. Siempre regresa...
Un abrazo a todos los navegantes. No os olvido. Me olvidan a mí las musas del saloncito.