11 de noviembre de 2016

Observo en la sociedad...

Observo muchas cosas. Me gusta analizar a la gente, despojarla de sus vestiduras, ponerla en tesituras.

Últimamente, me siento triste en este sentido. Un tanto decepcionada. Lo que pienso, que considero no es precisamente intolerante hacia los demás, aunque lo pueda parecer a veces, se trata por parte de un sector comodón de la sociedad como una vil característica humana que acompaña a mi ser.
Es esa hipocresía la que me pone enferma. Esa hipocresía que me provoca verdaderos eczemas.

Curiosamente, una gran parte de esas personas, que presumen de tener una tolerancia fuera de lo normal, son las que se comportan de formas más inadecuadas y egoístas en entornos cercanos.

Es muy fácil decir que se apoye al refugiado, al inmigrante, al pobrecito que no tiene papeles. Es sumamente cómodo hablar desde el confortable sofá de la media burguesía, mientras se echa la culpa al político o gestor de turno. Todos tenemos nuestras pequeñas o grandes responsabilidades. Todos tenemos la posibilidad de mejorar o joder la vida al prójimo. Pensadlo. Lo sabemos de sobra.

Yo no acogería a un refugiado en mi casa. Yo no acogería tampoco a un desahuciado, aunque mañana pueda ser yo uno de ellos perfectamente. Si dices esto, por supuesto, se te quedan mirando con ojos de asombro y desaprobación, mientras clavan cuchillos silenciosos en sus rutinas cotidianas con toda la normalidad del mundo.

Es algo que me preocupa. De verdad. Esa falta de coherencia, esa falsa modestia, esos maquillajes buenistas que se convierten en monstruos en los momentos clave de la vida particular. Y son, precisamente, esos momentos clave, los que nos definen como personas. Sólo esos momentos y no los gritos lanzados al aire y rodeados de florecillas silvestres.

Lo sé. Lo he dicho una y mil veces aquí pero el blog está para eso también. Para desahogarse.

No soy "feminista" porque el término no lo acepto así, por mucho que me diga la RAE. Tampoco soy menos mujer por ello porque considero la lucha necesaria pero desde la educación, el respeto, la formación, los proyectos consolidados.

No acogería a un refugiado en mi casa, ni a un pobre a mi mesa el día de Nochebuena.

No creo que todos tengamos los mismos derechos si no tenemos las mismas obligaciones, el mismo esfuerzo aplicado.

No aplaudo con las orejas a Alejandro Sanz por que salga en una portada de una revista femenina presumiendo de que está en contra de la "violencia machista". Otro término que me pone enferma, por cierto.

No soy menos persona que vosotros por que veáis Salvados con lástima y El Intermedio con carcajada.

No soy menos demócrata que vosotros por que no salga a protestar por los resultados electorales. 

Y sí. Que haya ganado Trump ha demostrado algo. Ha demostrado que la visión que podamos tener en nuestra casa española dista mucho de la realidad que hay ahí fuera. Un bofetón de realidad tampoco viene mal para hacernos pensar.  Estamos un tanto agilipollados.

Y aún se están preguntando en Galicia que por qué ha ganado Feijóo.
Me escarallo.

6 comentarios:

Miguel García dijo...

En alguna ocasión he manifestado públicamente la idea de que, siendo profundamente creyente y precisamente por ello, procuro mantenerme lo más alejado posible de las jerarquías eclesiásticas con el único objeto de preservar intacta me fe.

Ahora bien, independientemente de ello, pertenezco a una generación que, educada en la fe católica, aprendió a pensar por sí misma a partir de los postulados oficiales. Algunos de mis compañeros de entonces han devenido en ateos, otros en agnósticos y algunos pocos, como yo, creemos en la existencia de un principio creador al que llamamos Dios y no ponemos apellidos ni iglesias, pero eso sí, todos —al menos los de mi grupo de mi amigos—, hubimos de estudiar el Evangelio de Mateo, concretamente Mateo 23, de donde sacamos una gran lección de vida válida universalmente, se crea o no.

El problema surge cuando todas esas enseñanzas desaparecen y no se sustituyen por otras de valores similares. Es entonces cuando aparecen generaciones de tontos bobalicones que babean buenismo estúpido e inconsecuente hasta el punto de ahogarnos a todos en su sucia y espesa saliva. Sepulcros blanqueados, diría Mateo, que en su vida han pagado impuestos y que prefieren las subvenciones y ayudas sociales al sudor honrado y se permiten el lujo de pontificar sobre lo que debemos hacer o no; pero eso sí, siempre con el dinero de los demás, nunca con el suyo.

Yo también creo que la caridad bien entendida comienza por uno mismo y en la igualdad de oportunidades, pero no en la uniformidad gris y ramplona. Claro que no somos iguales; por suerte, diría yo. Viejo como soy sigo pensando que los derechos no se regalan, se conquistan con el trabajo y el esfuerzo. No hay, no debe haber, ningún derecho que no conlleve aparejadas sus correspondientes obligaciones.

Desde los 11 años he trabajado no sólo para mi y mi familia, sino para que España tenga una sanidad, un sistema de pensiones, carreteras, ferrocarriles, escuelas, universidades, etc. y NO PIENSO PERMANECER IMPASIBLE viendo como vagos que en su puta vida han dado un palo al agua tiran todo ese esfuerzo por las alcantarillas.

He dicho.

Campurriana dijo...

Miguel, me ha producido tu comentario un cierto optimismo. Parece que hoy es mejor mantenerse al margen de cualquier polémica.

Me duele y crispa la gente que no se ha mojado en su vida y morirá del mismo modo. Esa gente que prefiere la comodidad y la lejanía de los problemas.

Por el contrario, admiro y valoro la valentía de aquéllos que defienden sus ideas a muerte, aunque sean políticamente incorrectas. Que se mojan porque tienen algo dentro: sangre, vísceras y corazón.

Es cierto que los segundos viven con cierto riesgo y que, a veces, es mejor callarse. Sobre todo, si los que tienes enfrente tienen, a tu parecer, demasiada ceguera o escasa inteligencia. Bueno, esto también es políticamente incorrecto decirlo...
Pero lo pienso. Como lo pensamos todos en alguna ocasión.

He dicho.
;)

Maribeluca dijo...

Lo tuyo es mucho más normal y corriente de lo que piensas, lo que ocurre es que los de las trolas buenistas hacen mucho más ruido, simplemente perteneces a la "mayoría silenciosa" que utiliza el sentido común o crees que Carmena y cía van a llenar sus mansiones de refugiados del CIE...jajaja

Venga, ánimo.

Campurriana dijo...

Maribeluca, en el fondo sé que éstos no la cuelan del todo. Salvapatrias, como decía mi querido Ripley. O vendepatrias...
Los resultados muestran y demuestran. Se avecinan tiempos difíciles porque se han metido en las Instituciones gentes escasamente preparadas, ignorantes y osadas. No dudo de algunas buenas intenciones. No dudaba... Ahora dudo ya tantas cosas.
Agradezco tus palabras. Viene bien la comprensión cuandote ves rodeada de este tipo de hipocresías, tantas veces vomitiva.

esteban lob dijo...

Admiro Campurriana tu valentía para ir contra lo "políticamente correcto".

Un abrazo desde las orillas del Mapocho.

Campurriana dijo...

Valentía no es, Esteban. Pero sí que admiro a los políticamente incorrectos con fundamento. Los hay también sin fundamento alguno.

En este país que habitamos, el populismo ha llegado y espero que no para quedarse. Es cierto que también los que estaban apoltronados necesitan unos azotes. Eso es cierto también...

Por tus lares, que espero conocer algún día, sé que la situación tampoco es fácil.

Me alegro de verte. Imagino a Ripley en esta entrada. Ya lo estoy imaginando...
Nunca podré olvidarme de él. Y tú me llegaste por él, Esteban.