En el fondo, además, siempre estamos solos. Más solos que la una y a casi cualquier hora, pobres o ricos, sanos o con hernias. Proust escribía: “Nos comunica alguien su enfermedad o su revés económico, lo escuchamos, lo compadecemos, tratamos de reconfortarle y volvemos a nuestros asuntos. ¡Qué solas estamos las personas!”.
18 de diciembre de 2007
2 comentarios:
He tenido que habilitar de nuevo la moderación de comentarios. En este blog se admiten todo tipo de opiniones pero con argumentos y con respeto hacia las demás. El insulto y las malas formas no caben en este lugar. Si entras aquí con esas intenciones, no serás bienvenido.
Los anónimos han venido en forma de spam solamente, durante estos últimos meses. Me veo obligada, por lo tanto, a bloquearlos.
Siento que tenga que ser así.
Gracias.
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Me gusta la fotografía.
ResponderEliminarY cuánta razón tiene el texto, solitos aunque queramos disimular y nos engañemos creyendo que no lo estamos.
Cierto, Raiña...Solos nos enfrentamos a todo, incluso a nuestra muerte; es éste el momento en el que creo uno se debe de dar más cuenta, en el que se confirma que en los instantes más decisivos de nuestra vida, ahí estamos nosotros y nadie más...
ResponderEliminar¡Qué tenebrosa me pongo!. Me lo pegas...
:)